Toda una vida de trabajo se ve desmoronada a la hora de recibir la jubilación.

Es que los irrisorios montos que representan los haberes de los adultos mayores hoy en Argentina no llegan a cubrir todas las necesidades básicas diarias que requieren  en alimentación o higiene.

Eso por no mencionar siquiera los demás gastos como medicamentos o similares, que tuvieron superlativos incrementos en los últimos años.

Esta situación hace que los adultos, pese a que tengan la edad para jubilarse, prefieran seguir en actividad.

Y en el caso de que ya no estén trabajando, buscan alguna changa o empleo en negro para poder llegar a fin de mes.

En este marco, la Defensoría del Adulto Mayor realizó como cada año desde hace una década un informe que reúne los índices de una canasta básica especialmente pensada para la tercera edad.

Según remarca el detallado análisis, por la disparada de los precios de los alimentos, remedios y servicios de la vivienda, la canasta básica de los adultos mayores, jubilados o pensionados cuesta 37.815 pesos.

Mientras tanto, los haberes del sector pasivo no alcanzan, en muchos casos, ni siquiera los 12.000 pesos.

De acuerdo a los informes de la Defensoría (cuya página se denomina Gerontovida), a fines de 2018 la canasta ascendía a 26.043 pesos, mientras que en la medición de abril fue de 30.524 pesos.

 Si se compara con lo que corresponde desde el último índice de abril en relación al de octubre (37.815 pesos), en seis meses el incremento fue de 23,89 por ciento; mientras que en relación al monto de diciembre de 2018, el aumento fue del 45,2 por ciento.

Es decir, en lo que va del año, la canasta de los jubilados aumentó más del 45 por ciento.

Análisis de la escalada

El país tiene una población de más de 44 millones de habitantes.

De ese total, 6.983.377 son personas que tienen entre 60 años y más; el 43 por ciento son hombres y el 57 por ciento son mujeres,  según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Mientras, el Instituto de Previsión Social de Misiones (IPS) nuclea a unos 29.000 jubilados, pensionados y retirados de la provincia.

El defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, explicó que desde hace diez años realizamos la canasta y el jubilado, en términos históricos, siempre estuvo mal, pero obvio que con los picos inflacionarios y la actualización de sus haberes, está peor.

Dijo que se suponía que este año habría una recuperación en el primer semestre, pero desgraciadamente no ocurrió, por lo cual la pérdida del poder adquisitivo va siendo acumulativa y se trataron medidas como bonos a estatales, decretos a bonos privados, pero en ningún caso se tiene en cuenta al jubilado. Incluso en la campaña no aparecen propuestas para resolver el problema.

Reiteramos la necesidad un reajuste de emergencia de 6.000 pesos, más allá de la movilidad y los 900 pesos a los aportantes puros, urgió Semino.

Los rubros que se consideran en la canasta son alimentos, productos de higiene y limpieza, medicación y artículos de farmacia, impuestos y servicios, transporte, vestimenta, gastos de vivienda y recreación.

Alimentos, remedios y vivienda –los que más fueron golpeados por la inflación absorben el 67 por ciento del gasto.

En medio de esta escalada, se debe tener en cuenta -por ejemplo que por la inflación, los medicamentos de 2015 a 2019 aumentaron un 244,33 por ciento y algunos esenciales se incrementaron más del 540 por ciento, de acuerdo a lo que detalló el Centro de Economía Política Argentina (Cepa).

Es sabido que la alimentación y cuidados que un adulto mayor debe recibir son más delicados.

En insumos, que a veces no están reflejados en índices generales, como farmacéuticos, más allá del medicamento, la evolución de los precios es muy significativa porque están atados al dólar de forma directa, resaltó Semino.

Destacó que los dos grandes rubros de mayor movimiento fue alimentos y salud.

En alimentos, hoy es muy difícil establecer precios de referencia, principalmente en alimentos hiposódicos, hipocalóricos, que son los que más necesita el adulto mayor.

Es muy impactante realmente cuando uno confronta con haberes mínimos que están en 12.000 pesos.

Cuando uno habla en salud, hay una tendencia general a ver el tema medicamentos en particular, que en un año aumentó el 53 por ciento.

Pero lo más impactantes son otros productos que se usan en la vida cotidiana del adulto mayor y no se perciben, agregó.

A diferencia de otros sectores, los jubilados y pensionados no recibieron ningún bono, plus o compensación por el salto inflacionario.

En consecuencia, en los próximos meses tendrán un deterioro mayor debido a la inflación esperada para la última etapa del año.

Semino señaló que en octubre del año pasado hicimos una exhortación al Poder Ejecutivo y todas las fuerzas políticas, que tienen representación parlamentaria, señalando que el jubilado en 2018 había perdido 20 puntos de su poder adquisitivo y que había que recomponerlo más allá de la ley de movilidad.

No obstante, nada de eso ocurrió y los adultos mayores siguieron perdiendo abismalmente el poder adquisitivo.

Para sustentar una recomposición, el defensor de la tercera edad mencionó el Fondo de Sustentabilidad y Garantía “que dicen las administraciones, tiene más de 2 billones de pesos.

Ese fondo fue conformado en 2007 para momentos de crisis del sistema.

En el artículo 4 del Fondo se establece que cuando hay pérdida de cuantía, es decir de poder adquisitivo de los haberes, es el fondo el que tiene que suplir esa pérdida.

El gobierno lo utilizan  para cubrir otras partidas del Estado.

No muestran interés en los jubilados, lamentó.

En cifras $37.815, es lo que gasta aproximadamente un jubilado por mes, si se tienen en cuenta alimentación, remedios y vivienda.

$26.043, costaba la canasta básica jubilatoria en diciembre pasado, mientras que ya en abril tenía un valor de 30.524 pesos.